En medio del dolor, puedes encontrar tu misión

Una de las mujeres que forman parte de mi comunidad me ha escrito en la víspera del Año Nuevo, un mensaje que me ha conmovido mucho, y me ha motivado a la reflexión.

“A la mujer que fue instrumento de Dios para cambiarme la vida, le deseo TODO LO BUENO QUE UN SER HUMANO PUEDA MERECER. Andrea, no tengo palabras para describirte. Eres mi ángel. Este 2020 ha sido de bendición, gracias por tanto. Te deseo mucha felicidad, mucha unidad y amor en tu familia, pero sobre todo mucha presencia de Dios en tu vida.


¡Felicidades mi Andre! ¡Te quiero muchísimo! ¡GRACIAS POR TANTO!”

Este mensaje me conmovió profundamente de manera especial, porque un día como ese, hace 2 años (31 de diciembre de 2018), estaba pasando por uno de los peores momentos de mi vida. Para esa fecha, hubiese sido inimaginable para mí que alguien pudiese decirme palabras como esas.

Su mensaje me hizo viajar en el tiempo y recordar cómo era mi vida hace 2 años. Te contaré.

Cuando el dolor hunde tu vida.

Estaba separada de mi esposo, con el corazón roto, viendo mi hogar destruido y pensando que nada me podría sacar del foso en el cual me sentía hundida. Con una niña de apenas 2 años, en esa víspera de Año Nuevo tuve que “hacer de tripas corazón” para ir a “celebrar” con el resto de mis seres queridos, pensando que mi propia familia había fracasado.

Ese día, literalmente toqué fondo, incluso decidí que seguiría la recomendación médica de tomar antidepresivos, porque no sabía cómo levantarme de allí.

Dios te tiende la mano para levantarte

Así empezó mi enero de 2019, y desde ese fondo, y de la mano de Dios, empecé a levantarme.

Trabajé en mí, busqué ayuda para ello, me enfoqué en dejar de cambiar a los demás, soltar el deseo de controlar todo a mi alrededor, y trabajar en mis propios defectos de carácter.

Decidí que tenía que ser constante para levantarme porque mi hija me necesitaba, y yo me necesitaba. Decidí decirle Sí a las herramientas que Dios me ponía en el camino para hacerme saber que soy su hija amada, que tengo dignidad y que Él no me quería hundida en ese foso donde yo sentía estar. Decidí aceptar la ayuda de las personas preparadas para orientarme, que Él me ponía en el camino.

Muchas cosas en mi mentalidad tuvieron que ser transformadas, allí comprendí que es real eso que nos dice la Palabra de Dios en Romanos 12,2 (te dejo de tarea buscar esa cita bíblica). Dios hizo la obra en mi vida cuando yo me decidí a asumir MI RESPONSABILIDAD, y dejar de buscar ser el “espíritu santo” de los demás diciéndoles qué hacer y cómo deberían vivir.

Al hacerte responsable de ti misma, Dios restaura tu vida.

Y al hacerme responsable de mí y soltar en manos de Dios a mi esposo, entonces le dejé las manos libres a Dios para obrar y restaurar mi hogar, devolviéndonos a ambos un amor renovado y una visión nueva de nuestro matrimonio, que se sigue construyendo con trabajo y compromiso.

También, de la mano de Dios, pude recuperarme. Fue Jesús quien me restauró, y fue de Él de quien me enamoré a profundidad y decidí hacerlo el esposo de mi alma, entregarme a mirarle a Jesús como el hombre perfecto que supliría cada una de las necesidades de mi corazón, y que si Él había restaurado mi hogar, era uno de sus muchos regalos de amor para mí, porque me ama.

De su mano, pude dejar los antidepresivos, renovar mis esperanzas y darme cuenta de que Él tenía un llamado para mí. Que todo ese dolor no se desperdiciaría, no sería un recuerdo doloroso de mi historia que tendría que superar y que no tendría sentido.

Y desde tu restauración interior y personal, te da una misión

Hoy te escribo desde la oficina donde hago realidad todo lo que te comparto en Zona Emocional. Mi historia, mi herida, y el dolor que viví son las razones por las cuales ahora, yo quiero ayudar a más mujeres que están pasando lo mismo que yo pasé.

Hace 2 años no hubiese podido imaginar que mi misión sería la de recibir con una palabra de aliento a muchos corazones rotos como lo estuvo el mío, y darles la esperanza de saberse las hijas más amadas de Dios como yo pude descubrirlo en mi vida.

Dios me regaló una Comunidad de Mujeres para transmitirles una palabra de Aliento, decenas de alumnas que participan en mis programas para Mujeres “Sanar y Amar en Libertad” y “Levántate y transfórmate”, y más de 80 mujeres que en 2020 atendí en sesiones individuales para darles herramientas para superar sus momentos de dolor.

Tu vida puede ser restaurada.

Y te cuento esto porque quiero que sepas que esto que yo viví es también posible para ti. Para ti, que quizás hoy estás en el foso de desesperanza donde yo estuve, es posible levantarte y vivir alegrías que jamás habías soñado que tendrías.

Tal vez, este dolor tan fuerte que parece no cesar y que hoy estás viviendo, sea la luz que Dios use para darte una misión de vida que te llene hasta lo más profundo y en donde puedas transmitir su Gloria.

Para ti, HAY ESPERANZA.

Para ti, existe el amor de Dios inmenso que quiere renovarte, que quiere hacerte saber que, incluso aunque pienses que nadie te ama, Él te ama y lo haría todo por ti. Quiero que empieces cada día de tu vida con esa certeza, toma su mano, Él quiere levantarte, renovarte y transformarte.

Cristo sea el esposo de tu alma en todo momento.


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