Atarse a recuerdos del pasado agota el alma e impide vivir el presente que puede traer muchas cosas buenas si te abres a esas nuevas posibilidades.
Cuando se acercan las celebraciones de la Navidad y Año Nuevo, una de las tentaciones de mi mente es irse al pasado y recordar con nostalgia lo que viví en él, pensando que esas épocas fueron mejores y extrañando lo que en ellas tenía.
Otra, aún más difícil, es volver al pasado y recordar las cosas que me sucedieron con ciertas personas, el daño que creo que me hicieron, el dolor que me causó alguna relación, y tomar ese sentimiento profundo y volverlo a sentir otra vez, es decir, «RE-sentimiento».
Atarse a recuerdos del pasado agota.
La verdad es que mi pasado quedó atrás. No puedo volver a la linda realidad de antaño, pero tampoco me hace bien revivir los dolores del pasado y permanecer en ellos tocando la herida, llenándome de resentimiento y generando conflictos en mi presente por el dolor que aún no dejo atrás.
Estar en el pasado es la causa de muchas separaciones familiares, que se perpetúan porque recordamos una y otra vez lo que pasó, como si en algo ayudara eso. Miembros de una misma familia que no se hablan, amigos que dejaron de tratarse, se ven en estas fechas y generan ambientes de tensión en torno a ellos; o bien deciden no verse por orgullo, sintiéndose incapaces de sentarse en la misma mesa una noche, con alguien a quien no le perdonan un conflicto del ayer y trayendo con ello incomodidad y dolor al entorno, por aferrarse a algo que no pueden cambiar porque ya vive en el ayer.
Atarse al pasado impide vivir el presente.
Ni siquiera Dios mismo quiere cambiar mi pasado. Hasta Él, con todo su poder, deja el pasado atrás. Prefiere usarlo para, desde él, construir nuevas cosas aún mejores y para que demos testimonio de su poder restaurador y sanador. Somos nosotros los que preferimos aferrarnos a lo que ya no existe y, cuando lo hacemos, perdemos el valioso presente, nos olvidamos del día de HOY y todas sus posibilidades.
¿Qué decides hoy? ¿Fue mejor o peor el pasado? ¿Qué has hecho para superarlo y vivir el presente?
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Venezolana viviendo en Ecuador, hija de Dios, mujer de fe, madre y esposa. Ingeniera De profesión y misionera de corazón. Trabajando día a día en mi crecimiento espiritual y buscando la coherencia, tomando como guía la frase de San Pablo: «Cambia tu manera de pensar y cambiará tu manera de vivir». (Romanos 12,2)
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