5 pasos para sanar tu corazón

Quizás tu corazón se encuentra muy herido, o estás atravesando un momento muy difícil en tu vida. Te tengo una noticia, Dios quiere sanarte, Él es un Dios de esperanza que anhela que tu vida sea llena de plenitud. Es por ello que hoy quiero compartirte 5 pasos para sanar tu corazón con los cuales Jesús quiere y puede sanarnos. Para descubrirlo juntos, te invito a meditar en la Palabra de Dios, específicamente en San Marcos 10,46-52:

«Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando. Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús. Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.»

5 pasos para sanar tu corazón de la mano de Jesús

1. Acude a Dios.

¿A quién acudes en momentos de desesperación y desánimo cuando no has podido lograr lo que esperas con tus propias fuerzas?

¡Pide a Dios! Clama a nuestro Señor como el ciego Bartimeo quien exclamó: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!»

Muestra esa fragilidad que como humanos nos caracteriza y voltea tu rostro a Jesús, quien está dispuesto a escucharte y a atender a tu llamado. No esperes a estar agotado con tus propias fuerzas, acude a Él, que siempre espera escuchar tu voz.

Una forma concreta de acudir a Dios es por medio de los Sacramentos: La Reconciliación y la Eucaristía. También, a través de la oración humilde que clama misericordia y busca la luz de Cristo.

2. Persiste.

Bartimeo clama a Dios y la multitud comienza a callarle, él insiste y vuelve a gritar: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!

¿Cuántas veces ante el silencio que sientes como respuesta a tu oración has escuchado otras voces que te piden callar y desistir de tu petición? ¿Has renunciado?

Esas voces pueden ser externas, pero muchas veces es también tu propia voz que, acostumbrada a vivir en la enfermedad, prefiere seguir viviendo con ella que luchar por esa libertad que Dios tiene preparada para ti cuando seas sanado.

Debemos ser constantes y perseverantes en la oración, como Bartimeo cuando acudió al Señor.

3. Haz tu mayor esfuerzo.

Cuando la gente calla a Bartimeo, él se esforzaba más y gritaba más fuerte para ser escuchado en medio de la multitud y “Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle…”

No sabemos en qué momento de nuestra oración Jesús atenderá nuestro llamado. No dejemos de pedir, esforcémonos y seamos valientes (cf Josué 1,9).

• ¿Qué tanto te estás esforzando para llegar a Jesús?
• ¿Cuál es la barrera que te tiene sentado esperando a que las cosas sucedan?
• ¿Cuánto esfuerzo ponemos de verdad en cambiar nuestros corazones?

El Señor es Dios de acción, tú das lo que puedes y el Señor pone el resto. Nuestra oración va acompañada de una espera activa El Señor te escucha entre la multitud porque has clamado y sido persistente, pero también te invita a poner de tu parte para concretar lo que esté en tus manos.

Imagina todo el esfuerzo que tuvo que hacer Bartimeo, siendo ciego, para acercarse al Señor: “Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús”

Sé cómo Bartimeo y suelta las excusas que te impiden ponerte en acción: puede ser que te paralices pensando en cosas como tu edad, tu estado civil, tu trabajo, la falta de tiempo, la falta de dinero, las ocupaciones, los hijos, etc.

  • ¿Cuál es la capa que tienes que soltar en la cual te proteges para no avanzar hacia Jesús?
  • ¿Cuáles son tus excusas para no esforzarte?

4. Pide claramente lo que necesitas.

Si el Señor te preguntara como a Bartimeo: ¿Qué quieres que haga por ti? ¿Sabrías que contestar? ¿sabrías lo que verdaderamente necesitas? ¿Estás seguro de que necesitas lo que tanto pides?

Bartimeo pidió lo que necesitaba: «Maestro, que recobre la vista…»

Para pedir aquello que realmente es necesario para ti, requieres conocerte a ti mismo y ese plan de Dios en tu vida, reconocer tu verdad: Bartimeo sabía que estaba ciego. Es necesario que tú también reconozcas tus propias cegueras.

¿Estás pidiendo la sanación de tu corazón? ¿Ya has reconocido en ti aquello que debes sanar? ¿Reconoces cuáles son tus heridas? ¿Sabes qué te hace ser cómo eres?

Tienes que saber quién fue la persona que Dios creó y que pensó desde siempre que fueras, cuando te puso en el vientre de tu madre, Él te conoce de verdad y te puede mostrar quién eres; además de conocerte a ti mismo, debes conocerle a Él.

El Espíritu Santo nos guiará para decir: “Señor que yo pida desde un corazón purificado por ti”

5. Haz del servicio tu forma de vivir

Dios quiere sanarte, pero no para que sigas en la misma vida cómoda y tranquila. Tampoco te va a sanar para que sigas pecando.

“Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.”

Dios te sanará para que experimentes un verdadero cambio de vida, una conversión para caminar en santidad.

Y tú ¿Ya estás sirviendo al Señor? ¿Cómo lo estás sirviendo? ¿O solo te estás sirviendo a ti mismo?

No te dejes llevar por la “cultura del bienestar” donde solo se busca la sanación para estar bien y seguir viviendo igual. La sanación que el Señor nos brinda, busca una transformación.

Hay mil formas de Servir y todos tenemos esa posibilidad: En nuestros hogares, con nuestros vecinos, con nuestros familiares, a quién está solo o enfermo, orando por una persona o por los más necesitados; dar lo mejor de ti mismo sin esperar reconocimiento, validación o agradecimiento, sino desde un verdadero amor a Dios.

El servicio es una oportunidad de sanar, te ayuda a ser más humilde, a reconocer las bendiciones que Dios te ha entregado y ponerlas no solo a tu disposición, sino ayudar con ellas a mejorar la vida de otras personas. Servir nos hace crecer en gratitud.

Finalmente, en Bartimeo nos encontramos ante una lección perfecta de sanación. Pidamos pues aumentar nuestra fe hasta límites insospechados, pidamos ser grandes discípulos, pidamos la gracia de ser Santos.

Esta enseñanza que te hemos compartido, es resultado de nuestros encuentros en la comunidad gratuita online Mujeres Orando. Si quieres formar parte y transformar tu vida de la mano de Dios, inscríbete gratis haciendo clic en el siguiente botón:

 

Mujeres Orando – Gratis