Tienes que saber que las palabras son poderosas, tanto para edificar como para destruir. Las palabras tienen un poder inmenso en todos nosotros, por eso hay que saber escoger las palabras adecuadas y saber dirigirnos con precaución.
El impacto de una palabra, tanto positivo como negativo, puede durar una vida entera.
Las palabras son poderosas.
Conozco casos de personas que fueron inspiradas por las palabras de alguien que les dedicó tiempo para levantarlos en un momento difícil o para corregirles con cariño en el error. Años después, esas personas continúan recordando con gratitud esa conversación y viviendo el efecto que esta les dejó.
Pero, lamentablemente, también he visto cómo muchos han quedado marcados por unas palabras de desprecio, rechazo o crítica de alguien importante para ellos. Palabras que se han quedado grabadas desde que eran niños y que ya siendo adultos (20,30, 40 años después) aún les hacen dudar de sí mismos y de su valor como personas. Palabras hirientes que les marcaron media vida y que, en sus momentos de mayor estrés, brotan en su mente como creencias inamovibles que han asumido para hacerles hundir más.
Las palabras pueden edificar como para destruir.
También he visto relaciones romperse porque se acostumbraron a maltratarse con las palabras el uno al otro, se les hizo costumbre y así se perdió el respeto y el cariño, hasta que solo quedó dolor entre los dos.
La palabra tiene un impacto importante, no la subestimemos. Pensemos antes de hablar. Es mejor hacer silencio cuando las emociones están alteradas, antes de decir cosas que puedan dañar un corazón y que luego se nos haga difícil recoger. Las palabras hirientes NO se las lleva el viento, y sanar sus efectos no siempre es sencillo.
Si bien es cierto que las palabras son poderosas y puedes edificar como destruir, debemos ser prudentes en el momento de dirigirlas a los demás. Puedes convertirte en el impulso de alguien o en su peor tragedia. Eso lo decides con tus palabras. ¿Te ha costado mucho sanar tu corazón cuando has sido herido con la palabra? ¿Cómo podrías reparar el daño causado de esta manera?
Venezolana viviendo en Ecuador, hija de Dios, mujer de fe, madre y esposa. Ingeniera De profesión y misionera de corazón. Trabajando día a día en mi crecimiento espiritual y buscando la coherencia, tomando como guía la frase de San Pablo: «Cambia tu manera de pensar y cambiará tu manera de vivir». (Romanos 12,2)
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