Cómo ayudar a quien no quiere recibir ayuda. Si no sabes TE ENSEÑO. Si no puedes TE AYUDO. Pero si no quieres, nada puedo hacer por ti.
Todos conocemos a alguna persona que, sin duda, entrega su tiempo con alegría por ayudar a otros, sintiéndose bien haciéndolo. ¿Eres tú una de esas personas?
Si eres de una de esas personas, considéralo una Bendición de Dios para ti y para los demás, pero toma en cuenta también que solo puedes ayudar a quién realmente se abre a recibirlo y a quien tu aporte le genera alegría y avance en su vida.
Si intentas ayudar a quien no quiere recibir ayuda en ese momento de su vida, corres el gran riesgo de ser invasivo o irrespetuoso con el proceso del otro y también, de dejar de ver a quiénes están a tu alrededor y sí quieren recibir tu apoyo. Pide a Dios sabiduría para desplegar tus dones
¿Estás en el otro extremo y necesitas de ayuda? Nadie podrá ayudarte si no das el primer paso, abrirte a reconocer que tienes cosas que mejorar y que para crecer, NO PUEDES SOLO.
Y ¿sabes qué? Dios siempre será tu mejor ayuda. Cuando recurras a Él, abrirá muchas puertas para que seas ayudado en el camino. Él dispone esos «ángeles terrenales» que te dan la mano para cambiar tu vida.
Por otra parte, cuando te abres a la ayuda y te decides a recibirla con gratitud, le brindas al otro la alegría de servir y compartir sus talentos contigo, esa persona también crece cuando te tiende la mano, te en consideración esto.
Dar y recibir es un intercambio de conocimientos y amor, que alimenta y brinda crecimiento a ambas personas.
Es de sabios y humildes dejarse AYUDAR, comprender que todos tenemos nuestras limitaciones y dejarse conducir por otros que siempre tienen algo bueno que aportar a nuestras vidas. ¡Ánimo y bendiciones!
Venezolana viviendo en Ecuador, hija de Dios, mujer de fe, madre y esposa. Ingeniera De profesión y misionera de corazón. Trabajando día a día en mi crecimiento espiritual y buscando la coherencia, tomando como guía la frase de San Pablo: «Cambia tu manera de pensar y cambiará tu manera de vivir». (Romanos 12,2)
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